Los fenicios, en lo religioso, comenzaron por adorar piedras y árboles, a los que consideraban objetos divinos. Las piedras sagradas que llamaban Metilos, es decir, morada de Dios, eran comúnmente guijarros duros y negros con formas cónicas o de huevo, a veces aerolitos caídos del cielo. Los árboles sagrados eran unas veces árboles verdaderos, otras columnas de bronce adornadas, que terminaban en un cono
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